Nota

Bares con cabezas y brazos

por Javiera Lorenzini
Magister (c) en Literatura
Universidad de Chile

En marzo de 1999, un reportaje de BBC dio cuenta de la indignación general que había y ha provocado un proceso al parecer inexorable:  el cambio de los nombres de los bares a lo largo del Reino Unido. El reemplazo de apelativos tradicionales como “The Crown” (La corona), “The Blue Boar” (El jabalí azul), “The King’s Head” (La cabeza del Rey) y “The Bear” (El oso) por otros como “The Goose and Granite”, “O’Neils” o “Scriffy Murphys” ha constituido una tragedia de proporciones de la que la misma Cámara de los Comunes ha debido hacerse cargo. La encargada de esta campaña, Ann Winterton, declaraba esta transformación como un atentado contra el patrimonio por parte de las grandes cadenas que, al cambiar y homogeneizar sus nombres en todos sus establecimientos, sólo buscaban aumentar sus utilidades, rompiendo el vínculo que tradicionalmente se ha establecido entre el bar de barrio y la comunidad local.

Comencé a investigar algo sobre los nombres de estos pubs a partir de un hecho bastante más puntual. Como una extraña a las rutas del alcohol londinense, al ver tantos “arms” y “heads” como nombres de bares (“The King’s Head”, “The Elephants Head”, “The Hawley Arms”, etc.) concebí la estrambótica hipótesis de que podía haber alguna tradición que relacionara las partes del cuerpo y los nombres de dichos establecimientos. Me fue inevitable pensar en “La exiliada del sur” de Inti Illimani e imaginar, en vez de Violeta, al abnegado alcohólico anónimo cuyos miembros hubieran sido desperdigados a lo largo de la isla en algún tiempo antaño. No solo mis hipótesis eran erróneas sino que encontré algunas respuestas mucho más interesantes. “The King’s Head”, por ejemplo, fue un bar que ocupó en 1654 el lugar de la casa de Peter Stubbers, quien se sospechaba que había sido el incógnito hombre tras la capucha del verdugo que decapitó al rey Carlos I de Inglaterra. El nombre del bar, claro, hacía alusión explícita a lo que hasta hoy continúa siendo una sospecha incierta, y fue tan popular que ahora existen  su buen puñado de “Cabezas de Rey” en Reino Unido y otras “cabezas” que surgieron por combinatoria, como “The Elephants Head” o “The Lion’s Head”.

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Respecto de los bares terminados en “Arms”, hube de constatar que en casi todos ellos el emblema del bar correspondía al escudo de armas (“Coat of arms”) del conde o duque al que su dueño quería recordar su incondicional abnegación. Los bares con “brazos” también proliferaron y se combinaron en nombres como “The Fat Lady’s arms” o “The Builder’s arms”. Más allá de las cabezas y brazos, hay otros casos interesantes, como “The Red Lion”, otro típico inglés, que toma su nombre del escudo de armas del primer duque de Lancaster, John of Gaunt, que seguía siendo muy popular durante el siglo XVII.

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Además de dichos ejemplos puntuales, muchos de los antiguos nombres de los bares del Reino Unido tenían una denominación simple que la gente iletrada podía reconocer y recordar fácilmente, como nombres de animales (“Three Pigs”, “Tiger Inn”), colores (“Blue  Door”, “Green Man”) y objetos simples como botas o teteras (“The Boot” y “Copper Kettle”). En todos los casos, es manifiesta la afición inglesa por nombrar sus hitos urbanos con una cantidad limitada de nombres que combinan hasta el hartazgo, lo que sin duda podemos soportar si consideramos la riqueza patrimonial de estos nombres y el modo en que siguen creando ciudad y relaciones sociales arraigadas en la comunidad local. Un recorrido por el “cuerpo cervecero” de Londres hará que cualquier chileno, como yo, añore la posibilidad de encontrar en cada barrio residencial un espacio cargado de historia, cómodo para el encuentro con los vecinos y amigos y en el que el acto de tomar sea considerado, en sí, una práctica cultural.