por CECLI
Bastó su nombre para encender nuestro interés. Como CECLI, nos hemos dedicado a admirar, estudiar y escribir acerca de objetos curiosos, antiguos, cotidianos, a profundizar en sus más diversas formas y materialidades y a comprender sus particulares contextos de producción. Gran parte de esas notas están archivadas en nuestra sección «Gabinete de curiosidades». Los gabinetes de curiosidades podían ser pequeños muebles o espaciosas salas en los que se almacenaban objetos confeccionados por el ser humano o bien provenientes de la naturaleza, y que tenían en común su carácter exótico. Es el nombre de este especial mueble destinado al coleccionismo el que dio vida a nuestra sección. Y hoy, en el Centro de Extensión de la Universidad Católica, se exhibe una nutrida colección de objetos para guardar objetos, que no podemos dejar de reseñar: «El arte de guardar».

Tijeras de plata labrada hecha a mano y candelabro, objetos cotidianos de pequeño formato, guardados en contenedores como los exhibidos.
Esta muestra presenta una serie de muebles como cajas, arquetas, arcones, bargueños, escritorios portátiles y alacenas, elaborados en el contexto virreinal surandino (siglos XVIII y XIX), todos pertenecientes a la Colección Joaquín Gandarillas Infante de Arte Colonial Americano que resguarda la institución pontificia. A través de esta exhibición, es posible contemplar los diversos tipos existentes de contenedores, según el propósito que desempeñaban en el contexto de la vida privada virreinal. Algunas de estas piezas servían particularmente para viajes y, con el fin de asegurar su funcionalidad y durabilidad eran, por lo general, forradas en cuero labrado o cordobán; habían otras de madera, exclusivamente diseñadas para escribir y archivar papeles, por lo que incluían cajones y compartimentos. Entre ellas, destacan los escritorios portátiles que, además, poseían tapas abatibles; y otras de mayor volumen, que constituían el mobiliario básico colonial, tales como arcones, alacenas y cajas de caudales. Esta variedad de objetos demuestra la alta valoración que tenía la sociedad colonial hacia el acto de guardar, y que se evidencia en la calidad material y el trabajo artístico vertido en este tipo de muebles, a partir de su ornamentación: no solo importa el contenido, sino también el continente. Múltiples también son los estilos, técnicas y materiales con que fueron creados, los que pueden ser apreciados de cerca en esta exposición: cuero labrado, madera intrincadamente tallada, marquetería y finos enchapes que incluyen hueso, nácar y marfil.

Arcón con decoración en taracea e incrustaciones de nácar, siglo XVIII. Fotografía de Gonzalo G. Galleguillos.

Detalle de papelero con taracea de motivos florales y figuras zoomorfas en nácar y hueso, siglo XIX, primer tercio. Fotografía de Gonzalo G. Galleguillos.

Detalle de papelero con taracea de motivos florales y figuras zoomorfas en nácar y hueso, siglo XIX, primer tercio. Fotografía de Gonzalo G. Galleguillos.

Detalle de arcón con decoración vegetal y águilas bicéfalas, siglo XIX, segundo tercio. Fotografía de Gonzalo G. Galleguillos.
«El arte de guardar» es una exposición bajo la curatoría del historiador Juan Manuel Martínez. Todas las piezas se encuentran en excelente estado de conservación y están acompañadas de infografías que detallan los tipos de contenedores, las diversas técnicas con las que fueron concebidos, sus datas y procedencias. Todo ello se complementa con un glosario de técnicas y tipos de mobiliario que permite al visitante comprender los términos empleados en la infografía. La muestra está acompañada de una publicación impresa, con textos del curador que realzan no solo las dimensiones materiales y funcionales de estos muebles, sino también sociales y afectivas, mientras que la catalogación y descripción de cada pieza son realizadas por la historiadora Isabel Cruz de Amenábar. Con respecto al catálogo, destacamos las referencias históricas y literarias acerca de estos objetos, dando cuenta no solamente de su existencia práctica sino también de la importancia de su representación literaria, a través de dispositivos descriptivos y de la relación que los vincula con el espacio narrativo y los personajes. Finalmente, queremos recordar un extracto del texto de presentación del catálogo:
En ese contexto, el acto de guardar no es sólo defender y asegurar, sino preservar; cuidar los objetos, los pequeños “tesoros” de que el hombre se ha rodeado siempre y que constituyen su prolongación en el espacio y en el tiempo, con el fin de que duren y puedan transmitirse a las siguientes generaciones. Aquello que se considera único, valioso y propio, ese objeto motivo de afecto, se expresa en la herencia paterna y familiar, más allá de su mera componente económica, para constituirse en patrimonio. “El baúl de los recuerdos” no es sólo es una conocida imagen literaria, sino también una clave secreta que funciona activando una respuesta ampliamente relacional entre el hombre, su psique, su recuerdo, sus seres queridos y el pasado. Ese baúl guarda en su perfume alcanforado un mundo interior que no sólo atañe a su contenido material, sino a la memoria que impregna sus maderas o sus hierros y a cada uno los objetos que custodia; memoria recluida y preservada en el tiempo largo y a la vez, protegida del tiempo corto de los avatares urgentes.

Llave original en hierro forjado, martillado y recortado de las cerraduras de los muebles de guardar expuestos, usada en el sur Andino en los siglos XVII y XIX
¡Los invitamos a acercarse a «El arte de guardar», la entrada es liberada y estará en exhibición hasta el 30 de julio!
Sala Joaquín Gandarillas Infante, Centro de Extensión UC.
Alameda 390, Santiago, Chile.
Lunes a sábado, 10:00 a 20:00 hrs.