Entrevista

Todo queda en casa. Entrevista a Karen Barbé

por Doina Bousquet Aldunate
Diplomada en Edición
Universidad Diego Portales

Karen Barbé es una diseñadora textil, fotógrafa autodidacta y bloguera que vive en Santiago de Chile. Con frecuencia realiza concurridos talleres de bordado y es profesora en la Escuela de Diseño de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Su trabajo ha sido destacado internacionalmente en publicaciones como Martha Stewart Living (EEUU), Frankie (Australia), 101 Woonideeen (Países Bajos), Kireei (España), VAV (Suecia), Nylon (Corea del Sur) y Milk (Francia). Buscar bordados en Pinterest o Google sin encontrar uno de los proyecto de Karen (especialmente su muestrario de puntos–¿Curiosos? Son los motivos que se observan en la portada de su libro. Tan bellos que hasta han sido la inspiración para unos tatuajes) es casi imposible. Sus puntadas, diseños y paleta de colores –cálidos y tranquilos, según mi nulo conocimiento y vocabulario cromático–se pueden reconocer inmediatamente. Al visitarla en su luminoso taller de Providencia queda claro por qué.

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Fotografía extraída del Blog de Karen Barbé

Primero cuéntanos cuántas labores realizas

Sé bordar, coser a máquina y a mano, tejer a telar y más o menos a palillo y a crochet. Y en términos de aplicaciones sé teñir y estampar.

 ¿Cuál es tu punto de bordado favorito?

Se llama enrejado. Básicamente es una cuadrícula y me gusta por eso mismo, porque gráficamente siempre me han gustado y porque también es una suerte de abstracción de una estructura textil.

¿Cuáles son tus colores preferidos para trabajar?

El azul aparece insistentemente y el rosado me gusta mucho, también los colores pasteles. De vez en cuando aparecen detalles de naranjo. Cromáticamente debo tener siempre una base neutral, cafés y beiges, un textil que parece un poquito viejo o con desgaste.

Toma ollas como los que diseñas son propensos al desgaste por el constante uso que tienen en el hogar…

Me gusta mucho como el uso va interviniendo el material, es muy lindo como viven. Este delantal, por ejemplo, tiene una historia. El diseño se ve ordenado pero para llegar a esta idea analicé las manchas de tres o cuatro delantales de cocina. Agarré esas zonas y dónde el color es más intenso es donde más se ensuciaba. La idea era absorber el impacto de la mancha.

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Fotografía por Karen Barbé

¿Cuáles son tus fuentes de inspiración?

La inspiración puede venir de cualquier parte y no opera necesariamente de una manera directa, sino que gatillan ideas que estaban dormidas. Ahora estoy leyendo sobre vikingos y el hecho de viajar en la historia me sugiere cosas. Pero si tengo que nombrar fuentes tendría que ser la cultura material chilena, en un sentido modesto, sencillo, precario. Por ejemplo cuando chica veía que en muchas casa había flexit ¡Y me encantaba! una vez le dije a mi mamá «pongamos flexit» y me dijo «¡No, ese piso no!». En mi casa había piso de madera pero a mí me parecía que ese era mucho más bonito. Así me di cuenta de que las cosas que me motivaban eran sencillas, de un espíritu modesto, poco pretencioso. Objetos de un valor monetario muy bajo. Esas tacitas de plástico de allá atrás me costaron doscientos pesos, hay unas de metal, un tarro de jarabe, una tacita Wenco, todas ellas son fuentes de inspiración literal. Y también los textiles en general: las estructuras que tienen, las distintas aplicaciones que se les dan, todo eso me llena de ideas.

¿Hay algún material con el que no te gusta trabajar? ¿Alguno que uses recurrentemente?

Es difícil decir de esta agua no beberé. Podría decir algunas telas de poliéster porque cuando uno trabaja es poco grato, muy mañoso y poco noble con las manos. Y me contradigo porque es muy barato y es fácil de encontrar. Con un hilado de poliéster sí puedo coser y sí puedo bordar. Mis favoritos siempre son las telas naturales como algodón, lino o lana, que disfruto mucho en el contacto con las manos. Son mucho más caras y quizás no están en lo modesto o lo sencillo que hablaba antes, pero sí están en lo nostálgico, que también me inspira.

¿Cómo consigues los materiales?

Cuando viajo compro hilados y telas, sin necesariamente tener un proyecto en mente, entonces voy acumulando y cuando la inspiración aparece, lo ocupo. Pero en general en Chile es muy difícil conseguir materiales textiles, tanto a pequeña escala como para producir una colección, es complicado encontrar buenos proveedores e importar es mucho más caro.

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Fotografía por Karen Barbé

¿Estudiaste Diseño Textil o con los años te diste cuenta que querías especializarte en esa área?

Estudié Diseño en la Universidad Católica, que es sin ninguna especialización, en este momento se hablaba de diseño integral, pero siempre supe que lo mío era esto. Hice programas de especialización en Tecnología Textil y siempre he estado trabajando esta área. Entonces un poco por experiencia laboral y un poco por estudios me he hecho una mención. En rigor soy Diseñadora y también he trabajado en gráfica, por ejemplo en la Viña Concha y Toro haciendo imágenes para etiquetas de vino, porque en la formación uno es capaz de trabajar en todas esas áreas.

¿Puedes describir tus procesos de creación?

Siempre estoy cocinando distintas ideas hasta que algo gatilla y las visualizo. En ese momento empiezo a hacer bocetos y pequeños ejercicios, prototipos de lo que podría hacer. Si es un bordado, agarraré una tela y probaré una puntada o los colores y los materiales. Si fuera una fotografía probablemente probaré la luz que tengo en mente o los colores y los objetos con los que quiero jugar. Si fuera un proyecto gráfico bocetaría y luego pasaría al computador. Me imagino que las ideas están dando vuelta como hacen los electrones alrededor del átomo, hasta que en un momento chocan y ahí nace. Luego hay un proceso de borradores y prototipos hasta que logro visualizar el proyecto que tengo en mente.

¿Cómo manejas la expectación de ver un proyecto terminado?

Siempre falta el tiempo, porque todo esto es demasiado lento y una puede tener muchas ideas, pero hacer algo un bordado puede tomar días, semanas o meses. Así que depende de la motivación del trabajo. Cuando un proyecto nace porque sí, sin un objetivo claro, es probable que lo deje. Pero entre uno más hace las cosas, es más rápido y más fácil, se está en control de la técnica. Ahora el bordado ya no me gana y ya conozco las variables y los tiempos.

En este tipo de labores y técnicas se puede desarmar y rehacer. ¿Cuándo decides hacerlo?

Eso es un tema importante en todo trabajo manual porque deshacer uno lo siente como tiempo perdido y muchas veces el material se daña y hay que desecharlo. ¿Cuándo desarmo? Cuando la puntada quedó rotundamente mal hecha. Si el color no fue el adecuado a pesar de haber hecho un estudio de color, pero una vez puesto en el proyecto no es el adecuado, hay que sacarlo. Y hay veces en que sencillamente no, puede estar bien hecho y el color puede estar ok, pero no es lo que tenía en mente, entonces hay que desarmarlo.

Va a depender cuál de esas tres variables es más relevante para el proyecto que estás haciendo. Si es algo en que la ejecución prima, hay que desarmar hasta que esté perfecto. Y a pesar que soy bastante exigente con los detalles, no soy tan histérica en cuanto a una ejecución perfecta. Hay veces en que la energía que puede demandar estar enfocada solo en la puntada es mucha, y en mi caso que soy diseñadora, prefiero darle ese tiempo y energía a otros pensamientos dentro del proyecto, a hacerlo más interesante en términos de la composición o de la textura.

El año pasado fui a Inglaterra a la Royal School of Needlework, y habían muchos trabajos que técnicamente me parecían impecables, pero cuando yo los evaluaba desde mi visión artística me daba cuenta que no me motivaban. En vez de llegar a ser una excelente bordadora prefiero encontrar un lenguaje de bordado que me sea propio. Mis esfuerzos por desarmar van por llegar a ese lenguaje bien construido más que a una puntada perfecta.

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Fotografía por Karen Barbé

¿Crees que en la actualidad las personas se están reencontrando con lo hecho a mano?

Hay un renovado interés en uno en hacer cosas a mano o en dedicarle el tiempo libre a una actividad que en su resultado final es linda e inútil, porque el valor que tiene es el tiempo que invertiste, lo que aprendiste, la comunidad que se puede formar con amigas o grupos de bordado o tejido. Eso ha vuelto mucho, la gente dice «yo también puedo hacerlo y es entretenido«. Yo hago clases de bordado y diría que el 80% de las alumnas tiene de 25 a 32 años, son todas súper jóvenes, lo que me parece muy entretenido y espero que se instale una nueva mentalidad y no solo una moda.

Pero no es que las cosas dejaran de hacerse a mano. En abril fui a Japón y a China por trabajo y visité muchas fábricas textiles. Lo que más me llamó la atención fue la labor manual, uno piensa que lo industrial es todo automatizado, y no es así. Son capaces de separar una prenda en cincuenta pasos y cada persona se especializa en uno de esos pasos. Me tocó ver la producción de un polerón con orejitas para niños: Lo único que hacía una señora era planchar y dar vueltas las orejitas, estaba todo el día en eso. O el control de calidad ¡Era una locura! Estampaban una polera en veinte colores y la señora que las revisaba estaba con un gotero pintando puntito a puntito cada espacio que había quedado sin color. Entonces tú te das cuenta que hay una gran cantidad de trabajo manual que uno ignora cuando esa polera llega al Líder o a H&M. Eso es un acto de artesanía impresionante, entonces el trabajo manual nunca se ha ido si no que ha estado invisibilizado.

¿Qué opinas de la discusión que diferencia el Arte y la Artesanía?

Es difícil. Estoy leyendo un libro que dice que el arte aguanta todo. Cualquier cosa podría ser arte porque se le puede dar un significado, ya sea el que le da el artista o el que le da el espectador. Entonces el concepto del Arte es muy amplio. Y Artesanía también se distingue de Manualidad. Alguna vez tuve una conversación sobre eso una persona del Sello de Excelencia a la Artesanía que entrega el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes. Yo le preguntaba «¿Soy artesana o hago manualidades?» y desde su punto de vista yo soy una señora que hace manualidades porque aunque puedo bordar muy bien, lo que ellos definen como artesanía es aquella actividad manual que empezaba a crear una comunidad y que finalmente terminaba identificando a un lugar con una práctica y con una técnica. Por eso aparecen centro artesanales del crin en Rari o tejidos de lana en Chiloé.

Donde técnicas y motivos se empiezan a repetir y dan identidad a esos lugares…

Claro, y se empiezan a estructurar con la historia y las prácticas de ellos mismos. Ese sentido de creación de comunidad sumado a una ejecución que les es propia y de cierto nivel, es artesanía. Y manualidad es lo que uno hace en el tiempo libre y que se practica en un ámbito doméstico e interior. Veo todas estas definiciones, pero además le sumo la variable de que yo soy diseñadora y estoy diseñando en todo el proceso. Es menos artístico que en el arte y no crea un sentido de comunidad regional como la artesanía, pero tampoco es directamente una manualidad porque no queda circunscrito a un ámbito de hogar sino que también la estoy difundiendo de distintas maneras, como producto o como una clase. Entonces me siento incompetente para decir esto es esto o yo hago esto o lo otro. Y tampoco tengo interés en definirlo porque a veces es interesante moverse, ese zigzageo es inspirador.

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Fotografía por Karen Barbé

¿Es por eso que decides producir objetos para el hogar?

Absolutamente, siento que los textiles y la relación que tienen con el hogar, como una capa de protección, es fundamental. Sigo manteniendo un espíritu de hogar, y espero transmitir eso, comunicar y hacerte sentir en casa o cierta nostalgia de tiempos que ya pasaron. Lo más personal que he trabajado son bufandas y bolsos, y ahí mismo he puesto un límite porque no quiero saltar a moda porque moda inmediatamente lo circunscribe a un circuito de recambio, de cuál es el color de la temporada. Esas decisiones tan del momento me molestan y prefiero quedarme más en la casa, que al ser un ámbito privado no está tan expuesto y se puede ser uno mismo, no hay temor de ser visto y es un poco más honesto.

¿En tu casa se bordaba o tejía?

Yo aprendí todo con mi mamá, ella me enseñó a coser, a bordar y a tejer. Mi mamá estaba en la casa, nosotros somos tres hermanos, y muchas de las cosas [que había en la casa] ella las hacía. A veces no necesariamente para nosotros sino que a veces era «Yo voy a estar en este momento que me es grato y voy a tejer da lo mismo el qué». Veías este acto manual, de estar en la casa pasándolo bien y eso marca lo rico que es trabajar con los textiles. No sólo de la técnica sino también de un modo de vida, de qué rica esa pausa y esa calma que se da al estar trabajando táctilmente. Es una actividad gratificante. Eso marcó que yo estudiara diseño, que me entregó nuevas herramientas para desarrollar esta actividad.

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Fotografía por Karen Barbé

¿A dónde te ha llevado el bordado?

A Londres, China y Japón. También estudié la especialización en Tecnología Textil en Madrid. Hace unos años estuve unos meses en Estocolmo y ahí conocí el diseño de autor, ahí me gatilló la idea de que lo hecho a mano y el diseño funcionaban y empecé a trabajar independiente. Pero los viajes han ocurrido por factores ajenos a mí. Mi idea es tan de la casa y tan de adentro o de la tela que no he sentido una necesidad desbordante de vivir afuera para trabajar en esto, aunque es innegable la influencia que tiene viajar y conocer.

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Cuéntanos del libro que escribiste y que se publicará pronto.

Es sobre color y bordado. Sobre cómo aprender a construir paletas de colores bonitas. El libro entregar herramientas de cómo elegir colores que funcionen armónicamente y cómo aplicarlas al bordado. Tiene una parte práctica porque enseña a elegir en base a las puntadas que uno va a trabajar, al color del fondo, al diseño, todas esas variables que uno tiene que tener en mente. Lo empecé a escribir el año pasado con una editorial de Inglaterra, Pimpernel Press. Aprendí mucho con el libro pero también fue bastante duro, fue mucha pega porque tenía que escribir todo el material, hacer las ilustraciones y las fotografías, porque es un libro muy visual.

Los invitamos a visitar el blog de Karen Barbé y conocer de cerca el proceso de su trabajo, así como sus inspiraciones y disfrutar de sus bellas fotografías. También pueden inspirarse a diario en su instagram. Además, el libro de Karen Barbé se publicará en Marzo de 2017 y se puede pedir desde ya en Amazon.co.uk.