Nota

2016/0: la abundancia del mundo enrollada

por Ana Cecilia Medina
Laboratorio de literaturas extendidas y otras materialidades

2016/0 es una de las obras en proceso del artista suizo Manfred Werder, que dio inicio el 12 de febrero del año que le da título en la Ciudad de México, en la calle de Álvaro Obregón, en un salón de eventos que lleva por nombre Actividades Mercurio y una de las sedes actuales del festival Umbral. En aquella ocasión, luego de un acto musical silente del que recuerdo el sonido del tecleo en una máquina de escribir ubicada en el centro del salón y que finalizó con el soplido que apagó una vela, me quedé con el enigma de si aquel evento había sido la actualización de alguna nueva partitura o serie de partituras:

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2016/0 (sección) | Archivo multimedia_lleom

La respuesta llegó luego de catorce meses, en un par de encuentros con Manfred Werder, quien se define a sí mismo como un “compositor y músico [que] está vagando por las ciudades y campos y encontrándose con la abundancia del mundo —la abundancia que deja sus huellas, en forma de palabras y citas sobre papel y en forma de incidencias, constelaciones, objetos. Vive in situ”. El primer encuentro fue en un café en Coyoacán, junto con otra colega con la que charlamos largo y tendido; el segundo, en Infrasoles, una cafetería artesanal a la cual se convocó a amigos y a todo aquel interesado para ser parte de lo que denominamos como “charla-concierto”, sin estar muy seguros de lo que iba a pasar.

Las líneas que siguen son una síntesis de los diálogos sostenidos en ambos encuentros, pero también se entrelazan reflexiones sembradas en encuentros anteriores y otras que surgieron posteriormente.

A lo largo de su práctica como músico y compositor, el concepto y los formatos de las partituras de Manfred Werder han variado y a la fecha se siguen transformando. Por lo menos desde 1990, las notas, sonidos y anotaciones de su escritura musical ya mostraban una fuga del pentagrama, dirigiéndose hacia el texto en algunos casos y en otros hacia lo numérico. Cuenta con un amplio corpus de partituras repartidas en distintas series, cada una con rasgos y elementos particulares. Por ejemplo, para conformar la serie de frases encontradas él mismo se impuso una instrucción, una partitura: reunir citas que, incluso descontextualizadas, reflejen alguna concepción personal de la música. En palabras encontradas se identifican partituras compuestas por listas de palabras en múltiples lenguas.

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Manfred Werder en Infrasoles | Archivo multimedia_lleom

Una partitura considerada paradigmática es 2005/1 que sólo contiene las palabras: sound (sonidos), a place (un lugar) y time (tiempo) impresas en inglés y alemán. Con ella explora la partitura como un contenedor de la potencia del incesante mundo sonoro que habitamos y del que somos parte, el papel como la materia que pone en tensión o que enmarca dentro de un contexto espacio-temporal lo efímero de ese mundo sonoro. En la actualidad, Werder reconoce que la escritura en sí misma es ya una partitura, una escritura musical.

Se podría decir que 2016/0 es una partitura de largo aliento. Desde aquella noche en Actividades Mercurio, Werder ha inscrito con máquinas de escribir y sobre la superficie de un rollo de papel de cocina con 22 metros de largo citas de sus lecturas literarias y filosóficas, listas de objetos, fechas de encuentros, nombres de lugares e incluso prosa.

Su formato de papel enrollado que se guarda y se transporta en una caja de cartón blanco recuerda el Alphabet poem del poeta estadounidense Emmett Williams. Ese poema, también conocido como abcdefghijklmnopqrstuvwxyz se publicó en 1963 como parte de Fluxus Editions y consiste en una exploración visual del alfabeto. Los recursos de la repetición y la inversión del orden de las letras, así como la variación del espacio entre ellas reflejan un interés compartido entre otros artistas pertenecientes a Fluxus o poetas exponentes de la poesía concreta: la búsqueda por resaltar la dimensión gráfica del lenguaje. Sin embargo, incluso cuando en la pieza de Werder es posible encontrar recursos que podrían recordar los preceptos estéticos de los grupos arriba mencionados, su intención es expandir los códigos y experiencias musicales mientras se cuestiona acerca del lenguaje mismo.

Los efectos visuales perceptibles en 2016/0 de Werder son accidentales, resultados sí de un juego, pero uno más bien azaroso e inherente al soporte y los instrumentos que la componen. En un principio, la escritura de esta partitura se iba alimentando con el tipear de máquinas de escribir prestadas en distintas locaciones del mundo para la realización de eventos similares al de Actividades Mercurio. Fijados en el tiempo, los encuentros con otros compositores, músicos y performers se traducen en variedades tipográficas, distintas tonalidades de tinta, la yuxtaposición de algunos textos, así como la presencia de distintas lenguas y caracteres del alfabeto latino y coreano. Todos estos rasgos sólo son perceptibles para su contemplación o lectura al momento mismo de montar y desmontar el papel en la(s) máquina(s) de escribir. Con cada vuelta al rodillo y debido a la transparencia del papel, los fragmentos se contagian unos a otros, se superponen en capas de texto, generando diálogos y texturas, que al mismo tiempo revelan las huellas que han dejado las lecturas, los encuentros y las vueltas al mundo.

Durante dichos vaivenes, Manfred Werder recoge las palabras y las citas que conforman sus series de partituras tituladas found words y found sentences, así como 2016/0. También uno que otro objeto que muchas veces integra en sus conciertos: hojas de árboles, frutos, una lagartija, un trozo de jabón. Su práctica recolectora va acompañada de objetos de estudio: la poesía de Rilke, la prosa de Calvino, la gramática de Benveniste, la semiología de Barthes, la filosofía de Benjamin y la de Agamben cuyos fragmentos en sus lenguas primarias figuran a lo largo de los 22 metros de 2016/0.  En tanto signos impresos en papel y desprovistos de una nota al pie o alguna otra marca semejante, los fragmentos de dichos autores atienden a una de las principales inquietudes de Werder: el lenguaje.

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2016/0 (sección) | Archivo multimedia_lleom

En meses recientes, un objeto encontrado en la vagancia se sumó a la práctica musical de Werder: una máquina de escribir modelo Hermes Baby portátil, manufacturada en la década de 1940. El hecho de que sea portátil le ha permitido escribir durante la práctica de pasear por ciudades y campos. Detenerse en cualquier momento para dejar la huella de algún objeto visto o escuchado, algún pensamiento sobre la música, aunque no lo hace en el rollo de 2016/0 debido al minucioso acto de colocarlo en el rodillo de la máquina. De este modo se dinamizan las posibilidades de la escritura y va generando nuevas partituras que suele intercambiar cuando tiene ocasión algún encuentro.

En otro momento de su trayectoria, Werder solía poner algunas de sus partituras a disposición de los internautas en una página ahora inactiva: Upload .. Download .. Perform, un “repositorio de partituras para el performance experimental contemporáneo”, donde muchos artistas compartían sus piezas con todos aquellos que quisieran descargarlas para interpretar, ejecutar, actualizar. Al interrumpir esta práctica y pasar de la escritura en soporte digital a uno mecánico, Werder establece un anacronismo que cuestiona las condiciones y lógicas de producción, distribución y consumo que rigen en la actualidad. Por momentos, su tránsito se dirige en el sentido contrario de los modelos de interacción e intercambio basados en la inmediatez. Lo mismo sucede con su cámara fotográfica instantánea: para intercambiar una partitura o una fotografía, “un objeto que estaba en el mismo momento y lugar que yo”, tiene que haber un encuentro entre personas, personas con las que comparte intereses, con quienes genera lazos de confianza y, quizá, la posibilidad de una influencia.