por Francisco Castillo Cristi
Licenciado en Diseño
Bachiller en Bibliotecología y Archívistica
Tras seis meses desde su apertura al público, se podrá visitar hasta el 31 de enero de 2018 la exposición temporal del Museo de Artes Decorativas «Relieve y Transparencia: 100 años de vidrio», en el siempre grato de visitar ex-convento decimonónico, el Centro Patrimonial Recoleta Dominica. Se trata de una muestra ejemplar desde diversas aristas, que reseño con el explícito ánimo de persuadir a quien lea estos párrafos de no dejar pasar la oportunidad de disfrutar, en este último periodo de exhibición, de la estimulante refracción y claridad del vidrio, en un ilustrativo recorrido histórico-estilístico a través de selectos objetos decorativos de origen europeo y americano de los siglos XIX y XX, todos y cada uno de ellos de extraordinaria belleza.
Comienzo subrayando la apuesta del Museo de Artes Decorativas, tan necesaria, de poner en valor el acervo material de sus colecciones a través de exposiciones temporales como es el caso de esta, cuyo relato, en un museo de objetos, coherentemente se despliega desde la investigación y estudio de las artes decorativas. Se trata de un ejercicio museológico que analiza y exhibe los objetos a partir de elementos como su diseño, materialidad, técnicas de producción y contextos de consumo. Una práctica celebrable en tanto enriquece y profundiza el valor de las colecciones y el conocimiento que se tiene de ellas.
En esta oportunidad son cuarenta y cinco las piezas de la colección de cristalería del museo que abandonaron temporalmente las sombras del depósito de conservación para formar el corpus de la muestra curada por el historiador del arte e investigador de artes decorativas, Manuel Alvarado, que tal como adelanta su nombre 100 años de vidrio, da cuenta de la evolución histórica de la producción decorativa del vidrio, centrándose especialmente en sus características formales y métodos de producción bajo un formativo guión que identifica las transiciones de los tres momentos artísticos y estilísticos que influenciaron el diseño de las piezas: eclecticismo victoriano, art nouveau y art decó, respectivamente.
La acertada selección de las piezas, compuesta por una importante variedad de floreros, botellas y copones, entre otros objetos de carácter utilitario, hace de esta exposición un imperdible para aquellos que experimentan una inclinación especial hacia los objetos de alto contenido estético, y aun más para los amantes y entendidos en materia de antigüedades y artes aplicadas, dado lo valioso, en términos materiales y artísticos, de buena parte del conjunto. No obstante, la exhibición resulta una experiencia enriquecedora para una audiencia del todo amplia, pues en su estilo instructivo hace posible que cualquier persona, con o sin conocimiento previo, alcance el valor intrínseco de las piezas y adquiera conocimientos básicos para reconocer, a través de los objetos expuestos, los estilos imperantes de mediados del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX, sus revolucionarias trasformaciones, así como las principales materialidades y tecnologías de producción asociados a estas.
Ciertamente, de aquella selección no puedo dejar de compartir las piezas que cautivaron mi curiosidad. Debo advertir que no fueron pocas, no obstante, restringiré mis comentarios para destacar un par de piezas por cada uno de los tres estilos que definen el relato de la exposición.
En progresión histórica, del siglo XIX, puntualmente del período victoriano, destaco un grupo de tres floreros de opalina[1], o vidrio ópalo, de exquisito color rosado con aplicaciones decorativas en esmalte y dorado, sólo uno de ellos posee base de bronce ormolu, un tipo de bronce tratado con polvo de oro. Esta clase de vidrio, opalino, fue muy popular a mediados del siglo XIX, aunque su aparición se remonta a la Venecia del Cinquecento. A primera vista el material se asemeja a una fina porcelana, no obstante, es mucho más atractivo y peculiar pues, al ser un vidrio semitraslucido y de apariencia lechosa, permite el paso de la luz, alcanzado matices y tonalidades en extremo delicadas, especialmente cuando presenta un color difuminado. La incorporación de fosfato de calcio a la composición del vidrio es la responsable del aspecto blanquecino, mientras que las propiedades opalescentes las adquiere por la adición de fluoruros o arsénico[2].

Florero de Opalina, Europa, siglo XIX. Museo de Artes Decorativas
Del período 1890-1914, que coincide con la llamada Belle Époque, destacan por sí solas las dos piezas firmadas por el artista y diseñador francés, considerado el padre de la corriente del art nouveau, Emille Gallé. Se trata de dos floreros[3] de vidrio camafeo que, según explica el mismo guión de la exhibición, es una técnica recuperada y difundida por Gallé, pero que tiene sus orígenes en la Antigüedad. Consiste en el moldeado de capas de vidrio superpuestas y contrastantes entre sí, que se tallan o graban, a mano o al ácido, con el objeto de generar motivos con relieve que se diferencien de un fondo. Esta técnica permite apreciar, en las piezas referidas, un delicado trabajo de figura y fondo con motivos orgánicos. De esta manera, el florero en forma de globo y de tan sólo nueve centímetros de alto, representa en relieve un delicado motivo de flores de manzano, en terminación opaca y tonalidades rojas que transitan desde el vino al coral. Una obra de arte plasmada en forma de florero. Más estimulante aun, por el grado de detalle y trabajo cromático, resulta la pieza que es del doble de tamaño que la anterior, con forma de ánfora y que representa un estanque de nenúfares, cuyas tonalidades varían del blanco al azul y de este al verde. Un deleite a los sentidos, pues sus formas sinuosas son el testimonio de la exaltación de la naturaleza, el tópico central del art nouveau.

Florero de vidrio camafeo, Emille Gallé, Francia, 1900. Museo de Artes Decorativas

Florero de vidrio camafeo, Emille Gallé, Francia, 1900. Museo de Artes Decorativas
Finalmente, del periodo posterior a la Gran Guerra, 1919 hasta 1939, sobresale una de las piezas más icónicas de las concebidas por el diseñador y joyero francés René Lalique. Se trata del florero de patrón de helechos[4], de volumen esférico y con relieve de aspecto vítreo. Es significativo no solo por la belleza de la abstracción geométrica de su diseño, un rasgo muy propio de su periodo estilístico, el art decó, sino porque se trata de una pieza fabricada en serie, es decir de forma industrializada, lo que supone un cambio de paradigma en la producción artística del vidrio. La técnica industrial del prensado permite a Lalique concentrarse ya no sobre la pieza de vidrio en sí misma, sino que en el diseño de los moldes que darán lugar a la producción seriada del objeto de vidrio, dando a lugar a patrones de elevada complejidad formal y de gran valor estético.

Florero «Helechos», René Lalique, Francia, 1927. Museo de Artes Decorativas
Manifestadas de esta manera algunas de mis predilectas, la invitación entonces es a encontrar las piezas preferidas de esta valiosa colección y reconocer a qué corriente y época pertenecen pues, con el tramo estilístico planteado, sin duda, hay para un amplio espectro de gustos: desde las recargadas y doradas reminiscencias del rococó hasta las estilizadas facetas modernistas. Esta tarea no implicará ninguna complejidad a quienes disfruten de la exposición, pues el recorrido por las diez vitrinas que custodian los frágiles objetos están acompañadas de un guión y descripciones tan oportunos como amigables, lo que hace pensar en lo lamentable que resulta la ausencia de un catálogo o folleto con el que el visitante pueda llevarse a casa los conocimientos que ofrece la muestra. Sin embargo, todo ese contenido verá la luz durante el primer semestre de 2018 a través de la publicación de un artículo sobre la colección de cristales, una investigación desarrollada por el curador de este imperioso ejercicio museológico, que deja en evidencia el valor de las colecciones del museo, y espero, anticipe nuevas muestras de las muchas otras maravillas que custodia, conserva y gestiona el Museo de Artes Decorativas de Santiago.
Museo de Artes Decorativas
Centro Patrimonial Recoleta Dominica
Av. Recoleta 683. Metro Cerro Blanco.
Páginas web: www.museoartesdecorativas.cl
[1] SURDOC 24-1775; SURDOC 24-1776
[2] Tesauro de Arte & Arquitectura