por Manuel Alvarado
Licenciado en Historia y en Estética
La capital uruguaya, con cerca de un millón y medio de habitantes y una superficie de 200 km2, se enseñorea sobre la ribera noreste del Río de la Plata. Entre sus amables calles y bulevares, en los que se mezclan el olor de la leña de las parrillas y el calor del mate recién cebado, es posible encontrar interesantes ejemplos de la arquitectura de las tres primeras décadas del siglo XX agolpados en la Ciudad Vieja, la Av. 18 de Julio, Blvd. Artigas y Blvd. España. Usualmente comparada con la cercana Buenos Aires, que se encuentra a poco más de 200 km de distancia, Montevideo tiene su propio ritmo e historia, a lo que se agregan un sinnúmero de cualidades que la hacen única y la convierten hoy en la urbe con mejor calidad de vida de América Latina.
Entre las múltiples atracciones que ofrece la cuna de la Cumparsita, se encuentra el Palacio Taranco, hoy sede del Museo de Artes Decorativas, ubicado en el corazón de la Ciudad Vieja sobre la calle 25 de mayo número 376 próximo a la Plaza Zabala. A tan solo 10 minutos caminando desde la Puerta de la Ciudadela y el mismo tiempo desde el Mercado del Puerto, la centenaria casa celebra las glorias de la burguesía que floreció durante el último cuarto del siglo XIX gracias a las actividades comerciales que el puerto posibilitaba.
El Palacio se comenzó a edificar en 1908 por orden de los hermanos José, Félix y Hermenegildo Ortíz de Taranco, inmigrantes españoles que llegados a Montevideo siendo muy jóvenes lograron amasar una importante fortuna. El edificio fue proyectado por los famosos arquitectos franceses Charles-Louis Girault (1851-1932) y Jules-León Chifflot (1868-1925), el primero de ellos responsable del diseño del Petit Palais de París, solo por nombrar una de sus obras más emblemáticas. La construcción, que sigue el modelo arquitectónico del Hotel Particulier decimonónico, distribuye a lo largo del piano nobile los recintos públicos de la familia y, por ende, los más lujosamente alhajados. A ello se suma un segundo piso al que se accede por una escalera de mármol, en el que se encuentran las habitaciones privadas de la familia. La decoración de esta casa de estilo ecléctico, fue encargada a la Maison Krieger de París, la que, contando con la aprobación de los arquitectos, envió una serie de planos con los detalles del interiorismo de las habitaciones –de los que actualmente se conservan más de 100–, que entregan interesante información sobre el diseño de los ornamentos, las materialidades empleadas, la distribución de los objetos y, por supuesto, los artífices responsables de la fabricación de muebles, boiserie, bronces y molduras.
El menaje de la casa, de clara impronta afrancesada, está compuesto por 8 tapices de Aubusson especialmente fabricados para esta residencia, muebles estilos Luis XV y Luis XVI, relojes de bronce ormolú, cristales de Baccarat, porcelanas de Sévres y un largo etcétera que vale la pena visitar. Por su parte, la colección de obras de arte de la familia Ortíz de Taranco está compuesta por varias esculturas, una de ellas titulada La Bailaora de Mariano Benlliure (1862-1947), y alrededor de una cincuentena de pinturas europeas de los célebres Domenico Ghirlandaio (1449-1494), José Ribera “Lo Spagnoletto” (1591-1652) y Louis-Michel van Loo (1707-1771), solo por nombrar a algunos, a las que se agregan otras de autores más contemporáneos con un claro sello español como: Joaquín Sorolla (1863-1923), Ignacio Zuloaga (1870-1945), Julio Romero de Torres (1874-1930) y Fernando Álvarez de Sotomayor (1875-1960).
Tras la muerte de Félix Ortíz de Taranco, la casa fue comprada a sus herederos por el estado uruguayo en 1943 con la condición de que el mobiliario, el menaje y la colección de arte de la familia fueran donados para la creación del Museo de Artes Decorativas, proyecto que se concretó en 1972. Desde entonces, los visitantes pueden disfrutar del palacio con su decoración original, lo que permite conocer los modos de vida de la clase alta montevideana de antaño, su conexión con Europa, los objetos que acompañaban su vida diaria y las transformaciones urbanas que ha sufrido la capital uruguaya en el último siglo.
El Palacio Taranco no solo ha vivido de oropeles, pues ha sido testigo de importantes acontecimientos sociopolíticos y culturales de Montevideo a lo largo de todo el siglo XX, entre ellos, la llegada en agosto de 1925 del Príncipe de Gales, futuro Eduardo VIII – el famoso rey que abdicó por amor–, quien se hospedó en esta residencia. Años más tarde, el 08 de enero de 1979 los salones del palacio fueron el escenario escogido para la firma del Acta de Montevideo, acuerdo suscrito entre Chile y Argentina en el que ambos países acordaban la paz, someterse a la mediación papal y poner fin al conflicto fronterizo por el Canal del Beagle que algunos meses antes casi llevó a la guerra a ambas naciones. El pasado 18 de diciembre de 2018 se reunieron nuevamente en el Palacio Taranco el canciller chileno Roberto Ampuero junto a sus pares de Argentina y Uruguay con el propósito de conmemorar los 40 años de la firma del acta y el fin de las hostilidades. En tu próxima visita a Montevideo, el Palacio Taranco es uno de esos lugares a los que definitivamente ¡Hay que ir!
Museo de Artes Decorativas, Palacio Taranco
Lunes a Viernes
12.30 a 17.40 hrs.
Entrada Liberada