Reseña

Ir & Venir. Objetos y recuerdos de viaje

por Catalina Oroquieta Fairlie
Licenciada en Diseño Gráfico
Universidad de Chile

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Render libro Ir & Venir. Felipe Faune, 2019.

Si bien desde pequeña me han llamado profundamente la atención los objetos en general, siendo hasta el día de hoy una gran coleccionista y amante de los cachureos, el hecho que marca el puntapié inicial de este proyecto se remonta a veinte años atrás aproximadamente. Mi abuela tenía en su casa una repisa plagada de objetos, entre ellos, muchos souvenirs de viaje. Recuerdo que jugaba con ellos y le preguntaba de dónde provenían y cuál era la relación que tenía con estos. Era interesante escuchar los relatos vinculados a cada uno de esos objetos o simplemente la historia detrás del obsequio. Más tarde, hace un par de años atrás en un viaje personal, observando unos cuantos souvenirs, me di cuenta de que lo que hasta ese entonces había sido un simple juego, traía consigo un análisis interesante en torno a este pequeño artefacto que habita muchos hogares.

A partir de los viajes se produce un intercambio cultural de distintos lugares, en gran parte a través de los objetos. El ser humano tiene una necesidad aparentemente no compartida con otras especies de transportar cosas, somos seres proclives a sentirnos insoportablemente leves sin ellas (Connor, S. 2011). El estudio del souvenir tiene sus antecedentes en los campos de investigación de la antropología y la historia del arte, lo cual fue reconocido por primera vez en 1976 cuando Nelson Graburn se refirió al souvenir turístico como uno de los temas más descuidados de estas ciencias sociales. Desde ese entonces hasta el día de hoy,  ha habido un progreso en cuanto al estudio de este objeto, sin embargo, aún sigue siendo escaso. Recién hace pocos años atrás se está investigando desde la cultura material y el turismo, ya que antes solo se hacía tras el velo de la antropología, la historia del arte y otras disciplinas relacionadas (Hume, D. 2013).

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Dancing Queen, Inglaterra

Este objeto es un componente indiscutible, aunque no exclusivo, del paisaje turístico de ayer y hoy. Según el antropólogo francés Leroi-Gourhan (1993), la génesis de lo que hoy conocemos como souvenir tiene su origen en el Paleolítico Superior, sin embargo, no fue hasta la segunda mitad del siglo XX y comienzos del siglo XXI (cuando el turismo se convirtió en un fenómeno universal con gran impacto social) que llegó a ser lo que hoy conocemos como souvenir, donde la globalización es su contexto y el turista su consumidor.

Pero ¿qué es un souvenir? ¿Qué se entiende hoy como souvenir? Para responder estas preguntas lo primero que uno hace es pensar en los objetos que tiene en mente y nombra como souvenir. Al hacer este ejercicio, sin embargo, nos percatamos de que son muchos y muy diversos entre sí. Por ende, instintivamente confirmamos que más que ser un objeto en sí mismo es un tipo de objeto. El problema con esa afirmación es que tampoco podrían clasificarse bajo una categoría de objetos similares, porque el universo de los souvenirs es tan grande y la cantidad de artículos ofrecidos en el mercado es tan diverso, que se hace casi imposible clasificarlos en taxonomías definidas.

Al recurrir a la definición de souvenir, encontraremos que es una palabra que proviene del francés y su traducción al español es “recuerdo”. No obstante, la palabra souvenir traspasó las fronteras francesas, y actualmente se encuentra instaurada en el vocablo de muchos países del occidente, entre ellos en Chile. Según la RAE souvenir se define como:

1m. Objeto que sirve como recuerdo de la visita a algún lugar determinado.

Para definir qué es un objeto la mayoría de las veces nos remitimos a la función/utilidad que estos cumplen. En este caso, según la definición recientemente expuesta, la función o propósito del objeto es traer a la mente en el presente algo del pasado que se mantiene guardado en la memoria. Lo único que podríamos concluir con esta definición es que un souvenir es algo material que cumple la función de algo inmaterial, sin embargo, no deja del todo claro qué es realmente un souvenir porque, al fin y al cabo, todos los objetos tienen la capacidad de evocarnos algo, pero no todos los objetos reciben el nombre de souvenir.

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Sandalias Barack Obama, EE.UU.

Con la llegada de la época moderna a la industria, la noción del souvenir se radicaliza. A principios del siglo XIX, los souvenirs de viaje eran generalmente artefactos, objetos encontrados o recuerdos específicos de lugares creados por artesanos locales. Rolff Potts señala que “a finales de siglo XIX, era más probable que los souvenirs fueran artículos de una tienda de regalos producidos en masa que dependían de redes cada vez más sofisticadas de fabricantes, distribuidores y vendedores” (s/p). Se desarrollaron una enorme cantidad de objetos turísticos con el afán de satisfacer la demanda de la masa consumidora y ya “a fines del siglo XX, los recuerdos importados fueron aceptados como la norma en las zonas turísticas de todo el mundo, y los recuerdos producidos en masa se habían convertido en una industria global multimillonaria” (s/p).

En el marco de la investigación que realicé para optar al título profesional de Diseñadora Gráfica de la Universidad de Chile–donde nace el proyecto editorial experimental Ir & Venir. Objetos y recuerdos de viaje–, llevé a cabo una encuesta online durante el mes de junio del 2017 a 111 personas, sin distinción, para saber lo que estimaban o no como souvenir. Dicha encuesta reveló que las personas consideran como un souvenir desde una polera hasta una piedra, por ende, eventualmente cualquier objeto podría ser calificado como uno: todos tienen la capacidad de serlo. No obstante, al mirar las respuestas con mayor detención me percaté de que, pese a que existen grandes disyuntivas respecto de algunos objetos, en los que la mayoría coincide es en aquellos que fueron concebidos originalmente como souvenirs, es decir, que tienen como sentido o propósito evocarnos un episodio del pasado en el que visitamos un determinado lugar.

Podríamos decir entonces que el concepto de souvenir es relativo y ambiguo, y que no  refiere a un objeto en específico ni tampoco a una tipología de ellos, sino que a una cualidad y/o capacidad otorgada por la persona que lo adquiere o posee, y que la industria moderna del turismo ha reformulado. El abanico de objetos que analicé en esta investigación como souvenir se acotó a aquellos que fueron diseñados con la función expresada anteriormente y que, tal como identificó Graburn (1976), fueron producidos para el consumo de los visitantes de otros lugares y/o culturas, es decir, para el turista. Además, traté específicamente con objetos industriales de producción masiva que hayan costado como máximo 20 dólares estadounidenses.

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Llavero David, Italia.

En relación a lo anterior, es preciso señalar que la cultura de masas penetró en todos los ámbitos de la sociedad, incluso en temas que tienen que ver con la dimensión estética de los artículos producidos, teniendo esto mucho que ver con el fenómeno denominado kitsch, siendo el souvenir calificado como el objeto kitsch por excelencia (Moles, A. 1973). Seguramente más de una vez hemos escuchado o leído cómo a estos objetos los califican de banales, frívolos, kitsch, al desvalorizar la cultura para adentrarla al mercado. Fernando Estévez explica que “en la parafernalia del consumo turístico, el souvenir representa la encarnación del gasto inútil. Como principal resorte simbólico del turismo, este pequeño recuerdo, producido en masa, no puede ocultar su banalidad.” (2007, p.1) Esto se condice totalmente con una encuesta online que realicé entre el 24 de septiembre y el 24 de octubre del 2018 a 76 personas, a partir de una selección de seis fotografías de souvenirs. El 90,8% de los encuestados calificó como “banales” a más del 50% de los souvenirs expuestos pero, paradójicamente, el 84,2% dijo haber comprado este tipo de objetos alguna vez. Esto se condice con la proliferación de estos artículos en la mayoría, por no decir todas, las ciudades que reciben turismo en el mundo: “son una parte imprescindible de cualquier viaje. Incluso en la era de los móviles con cámara y los selfie-sticks, pocos se resisten todavía a llevarse un pedacito de la ciudad que han visitado en forma de souvenir.” (Medina, A. 2018, p.1) Al preguntarle a las personas encuestadas por qué consideraban banales dichos objetos, estas respondieron: “porque son hechos en China”, “porque son chucherías”, “porque son inútiles”, “porque son masivos”, “porque no se asocian al lugar”, “porque no tienen identidad”, “porque son industriales”, “porque son iguales en todos lados”, “porque son impersonales”, entre otras expresiones, que expresan la homogeneización cultural que trajo como consecuencia la globalización.

La dualidad existente en este objeto nace cuando nos percatamos que el 88,1% de los poseedores de los souvenirs (los mismos que otros habían calificado como “banales”),  afirmó que su propio objeto no es banal, lo cual se contrapone en absoluto con lo mencionado en el párrafo anterior. Al preguntarle a dichas personas por qué no consideraban banales sus propios objetos, todas respondieron más o menos lo mismo: “porque tienen un gran valor sentimental”. Esto hace que concluyamos que el objeto de estudio también tenga una dimensión simbólica y/o emotiva y que, si bien a modo general, es un objeto barato, su valor monetario no se condice con su valor emocional. De hecho, ocurre un efecto curioso al adquirirlo, ya que de un segundo a otro la “baratija seriada” que se encuentra en la tienda pasa a ser un objeto “sagrado”. Potts afirma que “el significado personal del objeto gana potencia a medida que se aleja del lugar que lo impregna de significado objetivo” (s/p). A todo su aspecto físico, se le añade la conexión con un ser humano que lo posee; y el punto máximo de significación del objeto ocurre cuando finaliza el viaje y el turista regresa a casa. Stewart (1984) reconoce cómo los souvenirs son vitales en la documentación de eventos irrepetibles, como los viajes de una vez en la vida a lugares exóticos, por ejemplo. Explica que estos logran ser un registro a través de su capacidad de invocar narrativa.

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Set de pinchos para aperitivos, Camboya

Tras percatarme de esta dualidad, nace Ir & Venir, una publicación de carácter experimental que aborda el souvenir turístico de producción industrial y masiva. Esto se ve reflejado en el diseño de un libro doble que incluye, por un lado, un registro fotográfico de 50 souvenirs con sus respectivos aspectos técnicos, características superficiales y fotografías en su contexto comercial y, por el otro, los relatos de cada uno de sus poseedores retratados junto a sus respectivos souvenir, en el contexto donde actualmente habita, demostrando los efectos emotivos y narrativos que portan los objetos estudiados.

Para lograrlo, realicé una recopilación fotográfica de más de 200 souvenirs y una posterior selección, en la que intenté abarcar la mayor variedad de países y tipos de souvenirs. Lo que buscaba mostrar era un panorama general en torno a la dualidad de estos objetos, independiente de su forma/función, su país de procedencia y sus propietarios. Es por esto que dentro del libro nos podremos encontrar con objetos tales como: un llavero del pene del David de Miguel Ángel, proveniente de Italia, unas Sandalias con cabezas de Barack Obama, un dedal de República del Congo, una reina Isabel II bailarina de Inglaterra, unos pinchos para aperitivo de Camboya, entre otros. Luego de la selección, procedí a rescatar las memorias de sus poseedores a través de textos libres de no más de 250 palabras en los que comentaran los recuerdos y/o sentimientos que les provocan sus souvenirs.

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Dedal, República del Congo

Este libro se plantea como un registro visual cuyo objetivo general es poner en valor la dualidad ya mencionada, a través de un contenido atractivo, dinámico y cotidiano, con el fin de generar una instancia de reflexión en torno a la cultura material contemporánea, en específico a objetos que, si bien están muy alejados de los planteamientos de los teóricos empiristas del gusto, probablemente forman parte del paisaje objetual de su hogar u oficina. Lo feo, lo banal y lo kitsch suscitan reflexiones ante determinadas tendencias sociales. En ese sentido, los souvenirs no dejan de ser un producto de la sociedad de consumo contemporánea, por ende, una mercancía que tiene su función significativa regulada por y para el mercado pero que, al mismo tiempo, esconden o cargan consigo un significado, función y/o uso como metáfora de un momento vivido. El libro fue pensado para adultos y jóvenes que tengan afinidad o inquietud por el diseño, la cultura de masas, la cultura material, la cultura visual, lo kitsch, el turismo y/o la fotografía. Personas con cierto sentido del humor respecto de los objetos que como sociedad posmoderna hemos creado pero, al mismo tiempo, interesados en la exploración emocional del consumo de estos.

Mockups Design

Mockup libro Ir & Venir. Dimensión Industrial-Superficial. 2019.

Mockups Design

Mockup libro Ir & Venir. Dimensión Simbólica – Emotiva. 2019.

Bibliografía

Connor, Steven. (2011) Parafernalia. La curiosa historia de nuestros objetos cotidianos. Casc.

Estévez, Fernando. (2007) “Souvenirs” y turistas. Diario El País, p.1. Recuperado de: https://elpais.com/diario/2007/08/18/babelia/1187391967_850215.html

Graburn, Nelson. (1976) Ethnic and Tourist Arts: Cultural Expressions from the Fourth World. Berkeley: University of California Press.

Hume, David. (2013) Tourism Art and Souvenirs: The Material Culture of Tourism. Routledge Advances in Tourism.

Leroi-Gourhan, André. (1993) Le religioni della preistoria. Milano: Adelphi.

Moles, Abraham. (1973) El Kitsch. Buenos Aires: Paidos.

Medina, Adrián. (2018) Los 10 souvenirs más buscados. Diario Sur, p.1. Recuperado de https://www.diariosur.es/sociedad/souvenirs-buscados-20180902185404-nt.html

Potts, Rolf. (2018) Souvenir (Object Lessons). Editorial Bloomsbury. Edición de Kindle.

Stewart, Susan. (1984) On Longing: Narratives of the Miniature. The gigantic, the Souvenir, the Collection. Duke University Press.