por Sofía Arévalo
Doctoranda en Filosofía mención Estética y Teoría del Arte
Universidad de Chile
Existen extraños instantes de nuestra vida en los que inesperadamente un objeto se atraviesa en nuestro camino y es capaz no solo de atraer profundamente nuestra atención, sino que además de producirnos una especie de encantamiento, lo que genera la invisibilización del tiempo y del espacio en el que estamos: solo somos nosotros y el objeto.
Los objetos vivos. Escenarios de la materia indócil de la autora mexicana Shaday Larios (2018) surge a partir de las resistencias del objeto en la práctica escénica desarrollada por su autora y, en sus palabras, constituye un observatorio de posibles maneras en las que puede emerger la vida en los objetos, vitalidades que ella separa en tres capítulos interrelacionados, los cuales responden a tres contextos históricos diferentes cada uno marcado por una revolución objetual. En lo que sigue, me detendré en algunos puntos que considero fundamentales de cada una de estas revoluciones.
En la primera, denominada “Los objetos poéticos. La mirada metafísica”, la autora realiza un análisis de la metafísica del objeto cotidiano a partir de la obra del pintor griego Giorgio de Chirico, desarrollada en Francia a principios del siglo XX, época en la que comienzan a aparecer los nuevos y luminosos escaparates mercantiles, los que constituyeron verdaderos escenarios objetuales que buscaban seducir a los transeúntes. Lejos de esta relación consumista con las atrayentes vitrinas, De Chirico comenzó a fijar su atención en el enigma que ocultaba el objeto, el cual podía ser advertido en un estado de revelación y clarividencia. Así, en sus en sus escritos y lienzos, el artista dejó plasmada su fascinación por el “aspecto espectral” y, por tanto, sugerente del objeto cotidiano.

Giorgio de Chirico, Canto d’amore, 1914, óleo sobre tela, 73 x 59,1 cm, MoMA.
En el capítulo, se mencionan varias obras del pintor, una de ellas es Canto de amor, lienzo en el que la cabeza de Apolo de Belvedere comparte el primer plano con dos objetos insignificantes, un guante y una pelota, los cuales se muestran autónomos y liberados de toda sujeción humana. Considerando este tipo de propuestas creativas y los manuscritos del artista, Larios formula una manera de entender la metafísica pictórica del objeto cotidiano. Señala que un estado excepcional de percepción permitiría la poetización del objeto, lo cual estaría sostenido por tres principios, la cosa, el enigma y el presagio; y, por dos pasos: el aislamiento y las metáforas posibles del objeto. Lo trascendente de este apartado es que cada uno de estos principios y pasos es abordado por la autora y funcionarían como un micro-sistema que puede ser potencialmente trasladado a las artes escénicas.
La segunda vitalidad trazada por Larios está situada en Polonia después de la Segunda Guerra Mundial y lleva por nombre “Los objetos en la guerra. El armario de Tadeuz Kantor”. En ella, la autora aborda los tránsitos de la materia, específicamente de aquellos objetos supervivientes que llevan inscrita la carga histórica de la catástrofe, realidad ruinosa que se ve reflejada en la estética teatral propuesta por el director polaco. En el transcurso del capítulo cobra valor el análisis hacia la figura del armario, la emancipación de su función contenedora y sus relaciones con la memoria material. Junto con el armario, y en sintonía con las particularidades de este, se puede apreciar en la lectura de Shaday la especial obsesión de Kantor por la vida que emerge de los objetos pobres, deteriorados y residuales; materias que por su carácter fronterizo tienen un mayor poder de transformación poética.

Tadeuz Kantor, Szafa i worki (El armario y las bolsas), 1961.
Así, se encuentra descrito el interés de Kantor por la flacidez y ductilidad de la bolsa, cualidades que debían ser incorporadas por los actores, ya que a partir de la observación de una materia ínfima como esta, era posible direccionar la corporalidad poética de los intérpretes. De esta manera, resultó importante la vinculación que se produjo entre este tipo de objetos con el cuerpo de los actores en escena, ya que como resultado de su interacción se volvió latente la confusión entre lo vivo y lo cosificado. Por último, buscando una manera de sistematización y siempre pensando en los traslados escénicos, Larios propone una lista de veintidós premisas para pensar los objetos encontrados como documentos, los cuales pueden formar parte de un dispositivo escénico mayor.
En el capítulo final, “Los objetos documentales. Dentro y fuera de escena”, la autora comienza realizando un recorrido por el teatro de objetos documentales y su relación con el teatro documental, los cuales compartirían la osmosis que ocurre entre el sujeto y el archivo. Así, esta sección da cuenta de cómo la historia y la biografía de los objetos es modificada por la interacción que tienen con una comunidad específica, lo que se manifiesta en el diseño de Dispositivos Cooperativos Objetuales (DCO). En lo que sigue del capítulo, Larios revisa algunas prácticas objetuales en Latinoamérica, España y Francia en lo que va del siglo XXI, casos concretos entre los que incluye su propio trabajo en el teatro de objetos documentales El Solar. Agencia de detectives de objetos[1]. En este apartado, menciona uno de los casos investigados por su colectivo, «El Solar de Estraperlo: El barrio chino de Barcelona a través de sus objetos», conferencia performativa que surge, en parte, luego de la inmersión en la tienda La Montserratina, que es a la vez un pequeño museo de objetos antiguos dejados voluntariamente por los vecinos del barrio. Entre los objetos, la investigadora relata la microhistoria de una silla para niños que no formaba parte de la estantería principal del negocio, sino que estaba en una bodega, oculta entre cajas de cartón. Este encuentro con la silla es analizado desde la mirada metafísica del objeto propuesta por Larios, siguiendo el micro-sistema antes mencionado.

La silla de La Montserratina
Finalmente, este capítulo concluye con doce testimonios de creadores y creadoras iberoamericanos sobre poéticas de objetos documentales y con un anexo de imágenes de diferentes propuestas de teatro de objetos documentales.
Luego de la lectura de estas tres atmósferas objetuales, es posible afirmar que este libro constituye una invitación que trasciende lo escénico, para acercarnos, desempolvar y experimentar encuentros profundos con los objetos. Encuentros fortuitos o intencionados que pueden ocurrir en diversos escenarios; en la observación distraída de una vitrina, luego de atravesar un oscuro pasillo, bajar apretadas escaleras, abrir oxidadas cajas o simplemente en la contemplación de nuestros objetos cotidianos, que pueden ser reliquias o ser insignificantes: lo importante es detenernos, tomarnos un tiempo y así adentrarnos en su enigmática vitalidad.
Información Bibliográfica:
Autora: Shaday Larios
Editorial: Paso de gato
Idioma: español
Lugar de publicación: Ciudad de México
Año de publicación: 2018
[1] Colectivo teatral conformado en el año 2014 por Xavier Bobés, Jomi Oligor y Shaday Larios. Para mayor información se puede visitar la siguiente página: http://agenciaelsolar.org/los-detectives/