Victoria Ramírez
Poeta, periodista y editora

Una insignia del Club Deportivo Universidad Católica, cuatro mil pesos en billetes antiguos, un poema escrito hace décadas por una tía… Esas son algunas de las cosas que he encontrado, en distintos momentos de la vida, entre mis libros. Cuando supe que el Museo de la Educación Gabriela Mistral había organizado una exposición temporal dedicada a esos objetos olvidados por otros, asomó la curiosidad.
Íntimamente creo que guardar algo entre las páginas de un libro no es un gesto casual. Si decidimos hacerlo es porque dicho objeto tiene algún significado del que no nos podemos desprender. Puede que los años pasen y lo olvidemos, ignorantes de que en ese sencillo gesto hemos almacenado un fragmento de historia. Eso es lo que nos revela esta exposición temporal a través del ejercicio de hojear y rescatar diversos artículos dormidos en antiguos textos de estudio conservados por la Biblioteca Patrimonial del museo.



La muestra exhibe un total de 28 volúmenes entre libros y revistas, junto a los que se despliegan los artículos que fueron hallados entre sus páginas. De esta manera, nos encontramos con cartas, comunicaciones, imágenes de santos y vírgenes que recuerdan primeras comuniones, dibujos, flores y hojitas secas, pruebas, tareas, dedicatorias, testimonios dejados por niños, niñas, adolescentes y profesores en distintas escuelas y liceos del país. Un verdadero repositorio de imágenes, palabras y mensajes que nos permiten imaginar destellos de lo que fue el día a día en estos establecimientos.
Visitar Lo que olvidamos en los libros es un pasaje directo a la nostalgia, al recuerdo de textos escolares, una flor cortada furtivamente, el dibujo de un compañero, la libreta de comunicaciones. Así, en Lecciones de química experimental se encontró una tabla periódica de los elementos, lo que parece lógico, pero también un apunte escrito a mano con el título “La clasificación de las bellas artes”, como si alguien le hubiera robado minutos a una clase para avanzar en otra. Por su parte, el libro de Geometría atesoraba el dibujo de un rostro de niña con una dedicatoria que reza: “Para la tontita / de la Barbarita / de la bobita / de Gabita”, escrito en clave de poema.


En la vitrina central es posible observar un artefacto que puede considerarse un clásico de la rutina escolar: un frágil y pequeñísimo torpedo, escrito con una letra diminuta, que aprovecha al máximo cada espacio del papel y que hasta ahora vivía en el tomo tres de la obra Trozos escogidos de literatura española. Este comparte su espacio con varios boletos de locomoción colectiva, entre los que destaca un “Boleto primera clase” hallado en la revista El educador, que data de 1893, uno de los ejemplares más antiguos de la muestra.
El ejercicio de memoria, aunque emocionante, resulta breve: la muestra no es demasiado extensa y las ganas de seguir zambulléndose en los ecos de esas memorias recuperadas van en aumento. No todos los días se abren pequeños portales temporales en plena ciudad, no todos los días los libros nos hablan desde materialidades distintas a la tinta y papel que conforman su ADN, para estimular la reflexión sobre aquellas cosas que, deliberada o inconscientemente, vamos olvidando en nuestros propios libros, para que quizás, algún día, otros despierten su curiosidad gracias a nuestros recuerdos.

La exposición temporal “Lo que olvidamos en los libros” es gratuita y estará abierta hasta el 31 de mayo, de lunes a viernes de 10 h a 17 h y sábado de 10 h a 16 h.
Museo de la Educación Gabriela Mistral, Compañía 3150, Santiago.